The Artist
«Make place for the young ».
-Peppy Miller
The Artist
Año: 2011.
Duración: 100 min.
País: Francia.
Director: Michel Hazanavicius.
Guión: Michel Hazanavicius.
Música: Ludovic Bource.
Fotografía: Guillaume Schiffman. (B&W)
Nostalgia pura en 100 minutos de metraje es la descripción perfecta para “El Artista”. Compleja y arriesgada fue la propuesta que el director Michel Hazanavicius hace en esta cinta, ya que es fascinante cómo una película que no sólo está filmada en blanco y negro sino que también es, hasta cierto punto, silente o al menos eso trata de aparentar, funciona tan bien en 2011.
El Artista es una oda a los orígenes del cine hollywoodense como lo conocemos hoy en día; melodramático, estilizado, histórico, quizás hasta cierto punto ridículo, sin embargo es por eso que funciona tan bien. Más de 90 años de historia cinematográfica avalan el éxito que esta película representó en su época, y es que nos ofreció lo mejor de dos épocas; la sencillez de ser un clásico inmediato de los años 20 y la maestría que se fue puliendo durante casi un siglo de propuestas, vanguardias y creadores.
Para empezar se nos presenta una historia de lo más convencional, una narrativa clásica en todos los aspectos, desde la composición de sus actos hasta su misma estructura cronológica. Su apartado visual cuida meticulosamente el uso de luces y sombras, ya que la absoluta presencia de la monocromía hace (obviamente) imposible e innecesaria la labor de cuidar la colorización de sus fotogramas. El montaje por otro lado, obedece sin chistar el legado de edición que dejaron los grandes maestros como: Kuleshov, Eisenstein y Hitchcock, volviendo a éste un instrumento que dota de una intencionalidad obligatoria a todas las tomas de la cinta.
Finalmente, el apartado sonoro de la película nos remonta de nuevo a dos épocas ya que si bien se dijo antes, la película simula ser silente, en el fondo no lo es, sólo es una odisea que transita entre lo mudo y lo musicalizado. En el sentido más estricto tanto de la palabra como del análisis fílmico la película NO es silente (o muda, como se le suele conocer), ya que el uso de la música, los efectos y los silencios intencionados están presentes durante toda la obra, sin embargo son estos mismos efectos sonoros los que nos hacen recordar que lo que vemos dentro de la pantalla no es lo mismo que escuchamos fuera de ella, si bien nosotros escuchamos un acompañamiento musical durante casi toda la película, sabemos que los personajes dentro de ella no pueden, o que si por otro lado, en cierto punto de la trama llegamos a escuchar efectos de sonido y vemos que el personaje también los puede escuchar, después de poco tiempo nos damos cuenta que sólo era un sonido salido de su imaginación y que, en teoría, no estaba ahí. En sí, el papel de la música en la cinta es no sólo el de ambientar sino también el de dotar de una presencia dramática (como si el filme no fuese ya lo suficientemente meloso) que transmita las emociones de los personajes directamente a los espectadores.
Si bien esta no es para nada una mala película, cometió el ligero error de levantar más polvo del que debía, con esto me refiero a que generó más expectativas de las que necesitaba, ya que no sólo fue galardonada con 5 premios de la Academia, sino que también entró de última hora a la quiniela del Festival Cannes y sin problemas se llevó un premio. La película y el director se confiaron de la “nueva” propuesta que estaban presentando y dejaron de lado un poco de la narrativa, que aunque ya dije que funciona bien, por otro lado no aporta nada relevante, la historia dentro de su sencillez y melodrama no representa nada especial dentro de la narrativa contemporánea, sin lugar a dudas, una vez más fue más fuerte la propuesta que el contenido.
